Monday, May 18, 2009

Machu Picchu

Despite all the hype, and so many people everywhere, it still makes you stare and say "Wow, I´m really here."



Click on picture below for album.

From Machu Picchu

Thursday, May 7, 2009

Songs on my mind

Gracias a la Vida (interpreted by Mercedes Sosa)

My favorite part:

"Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado la marcha de mis pies cansados.
Con ellos anduve ciudades y charcos,
playas y desiertos, montañas y llanos,
y la casa tuya, tu calle y tu patio."



Al Otro lado del Rio

por Jorge Drexler



Soledad

por Jorge Drexler



Such a beautiful song!

From el libro Poesia de Protesta

Autocrítica

Por Alfonso Chase

Los falsos intelectuales de izquierda no se bañaron esta
mañana
y sudorosos y sedientos, indefensos y hediondos,
insistieron en repartir sus octavillas,
a los intelectuales de derecha y algunos otros estudiantes
que buscaban sus nombres entre la lista de aplazados.
Los falsos intelectuales de izquierda pasaron los memoriales
en donde no firmar era de mal gusto,
y proclamaron nuestro puesto ante la revolución,
mientras los obreros en las cantinas y en sus casa
bebían ron con coca cola y comentaban los diarios.
Los falsos intelectuales de izquierda, esta mañana
luego de comer sus corn-flakes
se montaron en los carros de papá
y junto con algunos otros amigos
empezaron a repartir hojitas en las calles
donde un leguaje que sólo ellos entendían
llamaba al pueblo a subleverase,
porque es muy fácil estar full-time en rebelión
cuando se tiene el estomago lleno
y las caries y el hombre son de los otros, lejanos, y cercanos
pero siempre prendidos como el aire.
Los falso intelectuales de izquierda, esos muchacho de pulóver,
vendidos del alcoholismo y la putería o mas bien,
los hijos de señor Ministro y la señora Embajadora,
que encontraron en la Revolución un justificante para su tedio

y la retrasan en sus relojes para darse tiempo
de aparecer en las crónicas
o en las reseñas históricas que han de hacerse en el futuro.
Los falsos intelectuales, esos que hacen la revolución
en sus tazas de café, mientras los días transcurren y mueren,

sin pedirle a nadie permiso,
o simplemente amarillos como los pergaminos
languidecen en sodas y bares o restaurantes
haciendo la revolución ante un chop-suey,
soñando ser los fieles Castro o los Chees Guevara de bolsillo.

Los falsos intelectuales de izquierda, ligeros
como un ascensor, haciendo versos para agradar al Partido
o angustiándose de pronto porque la noche apenas llega
y en el día no hicieron nada por la revolución.
Estos hermosos muchachos con sus amiguitas al lado,
pálidas sombras de posibles mujeres,
Luisas Micheles sin barricadas, de ojos pintados y pestañas amarillas,
mudas y pálidas como las vestales,
y que nadie ha sabido si son inteligentes o idiotas
porque nunca abren la boca.
Los eternos muchachos, los que después de los treinta aun
siguen siendo los mismos que cuando tenían veinte
y para los cuales la arrugas son solo el pretexto para aducir
sufrimientos conflictivos o conflictos interiores.
Los falsos intelectuales de izquierda
lívidos y sucios deambulando por los bulevares o las rotondas
y fumando marihuana o viendo festivales de cine de protesta
o deambulando en la noche por el Jardín Rosemary.

Los precoces aspirantes o diputados o munícipes,
hablando ante parlamentos juveniles
sobre la necesidad de la rebelión
y ante la muerte heroica
y que por la tarde asisten a la boda de fulanita
y menganita y entre cócteles
y aceitunas
y escotes
tratan de extender la subversión
por entre todas las mesas dispuestas
los hacedores de la revolución de paquete,
la que nace de todas las tardes y se muere de tedio
y puede leerse entre octavillas o diarios o revistas
y esta en sus cuartos un retrato del Che junto a otro de Raquel Welch
y confunden la revolución con el manoseo o el Kama Sutra
y pierden los años y los días en lamentos,
como en una película de Sarita Montiel,
salidos de un cafetín en las mañanas cuando los obreros van a sus trabajos
y perdidos por las calles de la mano de una pequeña amiga,
pálidos y nostálgicos como un poema, del primer Neruda.

Buscar y encontrar

Muchas cosas por compartir. I went with a friend to the small town of Curva, a small town nestled somewhere por las montañas de los Andes, where the hawks fly freely and gracefully. This is where the Kallawaya culture of natural herbal medicine is preserved and practiced. Here we also found Don Max, a yatiri, uno que sabe, for a consultation and a menuchada (ritual for healing and good fortune). The overal trip was beautiful and I felt quite at ease with what he told me. The sights along the way were incredible; I felt far, far away from everything. We were part of this ritual high on a hill that gave us a perfect 360 view of the valleys, and mountains and where the only sound you could hear were that of the birds, wind and rivers below. This was nature and spirituality in perfect balance.